viernes, 13 de abril de 2007

Chile, la política y sus actores

La falta de una visión país a futuro, del planteamiento de qué tipo de sociedad es la idónea para nuestro país y la ineficacia técnica y muchas veces ética también por parte de nuestros actores políticos en las materias que se legislan, han convertido a la política Chilena en una ensaladera de voces discordantes, chillonas y desorientadas que tienen su lugar de reunión en el Congreso nacional de nuestro querido país.
Constantes contradicciones en los planteamientos, vacios legales en la mayoría de las leyes, e instituciones que se ven sobrepasadas por los hechos, son las formas en las que se hacen presente en la vida del ciudadano común esta ineficacia e ineptitud organizativa y legislativa de nuestro país.
Ejemplos los hay por doquier y se puede hechar mano a cualquiera de ellos para dar ejemplos y los hay en las más diversas áreas del ámbito nacional. El Transantiago, el puente de Chiloé (que nunca se construyó), la extensión de la jornada escolar, los cobradores automáticos de las micros, etc, son ejemplos que ya se los quisieran las oposiciones políticas en los países europeos, para tener materia en bandeja para sacar volando a gobiernos ineficientes.
En Chile en cambio eso no ocurre, ¿Por qué? Bueno, respuestas pueden haber muchas y especular es siempre permitido cuando no hay factores claros que puedan determinar un rumbo claro de investigación para dar con la verdad. Pero un hecho indesmentible, y es que en Chile, desde que se volvió a la democracia, tenemos dos coaliciones en condiciones legales (a las otras se les excluyó sencillamente del sistema democrático) de legislar, y en ellas entonces se deriva automáticamente la responsabilidad de todas las imperfecciones e inconvenientes que han generado las falencias técnicas del trabajo legislativo. Intencional o no, el hecho está ahí, y repercute directamente en la población.
Los dramas de vida son cotidianos y están a la vista de todos nosotros. A diario en la prensa aparecen casos dramáticos de personas abandonadas a su propia suerte en el país, sufriendo porque no pueden pagar el tratamiento de un familiar discapacitado, porque el padre de la familia quedó sin trabajo y con ello la familia en la más absoluta indefección, o porque simplemente en el lugar donde habitan ya no es posible vivir sin arriesgar al menos un asalto cuando se sale a la calle.
Todos estos dramas, que son mostrados como algo trivial y entendidos como las reglas de la vida o simplemente la mala suerte divina, son los casos diarios donde se refleja la ineptitud legislativa de poner atajo a estas situaciones que se arrastran y seguirán arrastrando por mucho tiempo más.
Es claro que para solucionar tantas tareas se requiere tiempo. Pero no sólo el tiempo es requerido. Lo es también un équipo de personas capaces y honestas que se pongan realmente al servicio de un país y entiendan de que la política se subordina ante los intereses comunes de los ciudadanos y no al revés.
Chile no cumple con su ciudadanía, o mejor dicho el poder legislativo no cumple con su ciudadanía. No le cumple, porque en Chile no se garantizan los tres derechos primordiales de todo ciudadano, que son el derecho a una educación de calidad que garantice una inserción social efectiva no sólo al mundo laboral sino que a todo el ámbito social, una vivienda y condiciones materiales mínimas dignas que permitan llevar una vida saludable, tanto física como mentalmente, y garantizar un futuro digno a todos sus ciudadanos.
No es de extrañarse entonces que más de un millón de chilenos y chilenas en condiciones de votar (en su mayoría jóvenes) renuncien a su derecho de hacerlo por considerar que no vale ni siquiera la pena hacer la cola para ello, para votar por algún candidato que no los representa y que además garantiza otro período de ineptitudes legislativas. Para darle más desgane al asunto, ni siquiera sirve votar nulo o blanco, pues estos votos se agregan al candidato que haya obtenido la mayoría.
Es por esto que Chile necesita nuevos actores, no de la Alianza ni de la Concertación, pues ambas no han podido en más de 17 años lograr que todos los ciudadanos de este país gozen de sus derechos primordiales o fundamentales(ya mencionados), sino que han logrado una minoría privilegiada, que no es representativa de lo que es el amplio abanico cultural y social de nuestro país, y que normalmente se inclina y orienta a la burda imitación de estilos de vida y valores foráneos, sin desarrollar con ello un sello cultural propio y por lo tanto escaso sentimiento de arraigo a lo local.
Por otra parte las clases no priviligiadas, o sea la mayoría (clase media y baja) no puede desarrollar tampoco sentimientos profundos de arraigo a lo que es nuestra organización país, pues constantemente se ven desfavorecidos por esta misma, y a lo sumo se identifican sólo con los símbolos y emblemas patrios, respondiendo a su necesidad de identificación y pertenencia a una sociedad, pero no por un sentimiento de satisfacción de las condiciones que le son brindadas.
Por eso te decimos, a tí joven o no tan joven ya quizás, que nos unamos,que la unión hace la fuerza, que colabores con ideas y proyectos, si de verdad quieres comenzar el camino de devolver a este país las esperanzas de una sociedad justa sin dramas humanos por doquier, en donde Chile se pueda lanzar al desarrollo con sonrisas y no con dientes apretados por las desigualdades internas, como en Estados Unidos.
El soñar está aún permitido, sin olvidar que las grandes tareas y proyectos que hoy se llevan a cabo, alguna vez también fueron un sueño. Si estás en esa sintonía, aquí en este blog tendrás siempre un espacio y serás !bienvenido!

2 comentarios:

Mario Parada dijo...

Coincido con el diagnóstico y también con el rol que nos cabe como ciudadanos. Sin embargo me llama la atención no ver nombres ni caras. Creo que la mayor fortaleza de las organizaciones civiles debe ser su transparencia. Colectivos con nombres de fantasía hay montones. Saludos

Acción Civil Política Juvenil dijo...

Mario, la idea es evitar personalismos. El que no aparezcan nombres no implica falta de transparencia, sólo se evita caer en los vicios que priman en las organizaciones y en la política en general.
Saludos